lunes, 28 de julio de 2008

SIGHIȘOARA: FESTI MEDIEVAL


El pasado fin de semana estuvimos en Sigișoara, una ciudad que se encuentra en el centro del Rumanía ya pasados los Cárpatos y cuyo centro histórico es en un 90% medieval, es decir, que se han conservado los edificios, la muralla, las torres defensivas y las iglesias.
Planificamos nuestra visita tomando como medio de transporte el tren de las 5 de la tarde del viernes, que perdimos por un escaso minuto por motivos ajenos a nuestra voluntad: digamos que no fue nuestra culpa, y si la fuese, no se vería reflejado en el blog. Veíamos marcharse el tren en la estación y corríamos tras de él con la esperanza de que su marcha solamente fuese un espejismo. Tras percibir la realidad nos dirigimos a la taquilla, donde, sin esperárnoslo, nos encontramos con una funcionaria que nos dio un billete para el tren de las siete de la tarde por el módico precio de 70 céntimos. A las 12 de la noche llegamos a la ciudad y cogimos un taxi hacia la casa de Mónica y George, una pareja de trabajadores rumanos que nos acogió y nos dio una cama para dormir. Modesta familia con un salario inferior al mínimo del país… que actualmente ronda los €300 mensuales. Tomamos café de puchero que Mónica nos preparó y lo acompañamos con un licor de endrinas bastante menos dulce que nuestro pacharán. Salimos contentos de su casa y otro taxi nos llevó hasta el centro histórico, donde ya prácticamente todo había terminado y apenas quedaban un par de chiringuitos abiertos. Nos tomamos una copichuela y de vuelta al hogar rumano.
El día siguiente disfrutamos del festival y pudimos tener una impresión general de la vida fuera de la ciudad, comimos en la casa donde nació Vlad Tepeș, más conocido como Conde Drácula. Tuvimos la suerte de ver una obra de Molliere muy divertida, actuaciones con fuego, algún espectáculo de música clásica muy bueno, y otros de música tradicional rumana que es un tostón bastante insoportable. En cuanto a la forma de ser rumana, corroboré la impresión que tenía de que son gente muy distendida, a la que le encanta dirigirse a los extraños, hablar, comunicarse y expresarse. Lo malo es que hay bastantes timadores... aunque de eso mejor hablo otro día.
El viaje de vuelta en tren fue toda una experiencia, pillamos un tren con cabinas de 6 personas y tuvimos suerte porque nos tocó compartirlo con una señora muy distinguida, una chica joven, un chico jovencito también y un señor de mediana edad, por lo que los olores eran soportables. Ya sé que es de mal gusto, pero me llamó la atención el aseo, ehém, me hace gracia poder ver el suelo del abismo a través del desagüe de un retrete , además es la mar de higiénico, mucho más que en los trenes modernos. Ahí queda eso.
Los paisajes impresionantes, todo muy verde, muy rural, muy poco pisado por el hombre; tan poco, tan poco que no se ven tractores, sino carros tirados por caballos (cómo me encanta que sea tan ruris). Dentro de unos mesecitos cuando la nieve cubra el país volveremos a un pueblecito que se llama Brasov, al hotel de la hermana de Mónica a esquiar por las laderas. Por hoy me despido con un besote rumano para todo el que me lea.

1 comentario:

Unknown dijo...

Marticaaaa, qué bueno leerte y saberte tan cerca a través de la pantalla del ordenador.
Sigue contándonos cosas sobre Rumanía, su gente, sus cosas...para quitarnos esos miedos que tenemos...por la inevitable ignorancia.
Muchos besicos!!! Silvia (y Carlos que está jugando a la Play)