lunes, 14 de junio de 2010

martes, 12 de agosto de 2008

COLOURS

However, one can notice that the same city can look different if it is seen from a different perspective. On the picture we have some colour tacs stuck on the grass of Kiseleff park, one of the parks at the side of the big avenue that leads to the Arch of Triumph.



No todo es gris en Bucarest, la misma ciudad vista desde otra perspectiva nos da una imagen como la de las chinchetas del parque Kiseleff a ambos lados de las grandes avenidas que llevan al Arco del Triunfo.

Todo tiene el color que le quieran poner los ojos que lo miran.

EL ARCOIRIS

Tras un arduo y caluroso día de trabajo, vuelvo a casa, zanganeo un par de horas, y tras un poquito de actualidad, echar un vistazo al medallero de Pekín y ponerme al día de la actualidad del Cáucaso pienso que seguro que fuera de mi casa pasan más cosas que dentro, así que decido salir a dar un paseíto por mi capital. Creo que es la primera vez que vivo en una capital, o al menos en una capital de verdad, porque Dublín no cuenta, digamos que no cuenta como capital.

Salgo y a pocos metros de mi casa un hombre medio raro me mira de lejos y me pide la hora, le hago el gesto de que no tengo hora y camino rápido, dos calles más adelante cruzo hacia la izquierda y en el semáforo sigo hacia delante; descubro calles con casas espléndidas vestidas con mantos de enredaderas verdes y consigo tirar alguna foto que me haga recordar ese momento. Estoy desarrollando un tipo de visión bifocal, es decir, caminar hacia delante mirando lo que tienes en frente pero sin perder de vista el suelo para no tropezar con los baches y socavones.



Continúo y descubro un supermercado que se llama Arcoiris. Entro. Detrás de mí entra un chico, voy hacia los cereales y viene detrás de mi, pero como en realidad yo entraba para echar un ojo al súper y no para comprar, cambio de sección rápidamente y paso a mirar el lineal de yogures y quesos sin enterarme en profundidad de lo que ocurre a mi alrededor. Como no quiero salir del súper sin comprar, decido coger una botella de agua mineral, que nunca sobra en casa, y me dirijo desde los quesos hacia el pasillo del agua. Es en ese momento cuando el chico se dirige a mí y me da un panfleto de un concierto que va a haber el próximo sábado y donde tocará él con su grupo. Se dirige a mí en inglés, sin primero intentarlo en rumano, así que le interrumpo para preguntarle por qué me habla en inglés y no en rumano. Contesta que no sabe por qué, pero sabía que no era de allí. Me cuenta que sus compañeros de banda son un canadiense y un irlandés, y que ha estado viviendo años en Dublín. ¡Qué coincidencia! Me gusta que los rumanos sean así, que tengan capacidad de comunicación y que te hablen en el súper, en el ascensor, o viendo un cuadro en una galería de arte. Aquí corro el peligro de que quizá algún día me den el palo… y me quiten todo lo que tengo mientras un pipi me enseña un panfleto de un concierto. Qué pena que no podré acudir al concierto. La próxima vez será.
La foto de hoy está hecha antes de entrar a Arcoiris. Algunas personas ven Bucarest de este color, gris.

viernes, 1 de agosto de 2008

SHAKING HANDS IN ROMANIA



This entry is dedicated to all who can’t understand Spanish. I know I gave my blog address to some of you and promised I would write something in English, and here it is. Today I wanted to talk about people in Romania and more specifically, about how people shake hands here. Surprisingly, they don’t do it hard; it’s very weak the way they do it… They actually take your hand as if it was going to break and they hold it as if it was a banana more than a hand. At the beginning I thought it might be a “girls” thing, because I had only shaken hands with a couple of female humans, but up to this time, I’ve shaken many men’s hands and they all do it the same way. It’s generalized. I don’t think this happens in Ireland or Germany, does it? It certainly doesn’t in Spain, and if somebody does it, it means that you’re sissi.

I must say that some men, mainly old men, have kissed my hand here in Romania when saying good bye, and that was a kind of shock for me, because I thought I was treated like some sort of medieval princess or something… but after that I realized that it’s a politeness sign, ¿can you believe it? There’s still a country where men still kiss women’s hands, and that is Romania. Then I thought that any Spanish girl would be disgusted by the only thought of an old man kissing your hand (not me though, hehe, I kind of like it).

That can count as a small detail on how people are in this country: no doubt they are warm and Mediterranean-behaving humans. Very kind and smiley, they make you feel all right, and that’s what counts for the moment, doesn't it? The picture today is the building where our office is located: the place where I will shake the most hands. Doesn't it look like the building that King Kong climbed?


Para los que no entienden el inglés, hoy tocaba, hemos hablado de apretones de manos, sí de apretones de manos, ¿alguien sabe por qué los rumanos no dan un buen apretón de manos y te cogen la mano como que fuese un trapo sucio? Probablemente porque besan las manos a las mujeres al despedirlas…

En la foto el edificio donde se encuentra mi oficina, ¿verdad que parece el edificio que escaló King Kong?

lunes, 28 de julio de 2008

SIGHIȘOARA: FESTI MEDIEVAL


El pasado fin de semana estuvimos en Sigișoara, una ciudad que se encuentra en el centro del Rumanía ya pasados los Cárpatos y cuyo centro histórico es en un 90% medieval, es decir, que se han conservado los edificios, la muralla, las torres defensivas y las iglesias.
Planificamos nuestra visita tomando como medio de transporte el tren de las 5 de la tarde del viernes, que perdimos por un escaso minuto por motivos ajenos a nuestra voluntad: digamos que no fue nuestra culpa, y si la fuese, no se vería reflejado en el blog. Veíamos marcharse el tren en la estación y corríamos tras de él con la esperanza de que su marcha solamente fuese un espejismo. Tras percibir la realidad nos dirigimos a la taquilla, donde, sin esperárnoslo, nos encontramos con una funcionaria que nos dio un billete para el tren de las siete de la tarde por el módico precio de 70 céntimos. A las 12 de la noche llegamos a la ciudad y cogimos un taxi hacia la casa de Mónica y George, una pareja de trabajadores rumanos que nos acogió y nos dio una cama para dormir. Modesta familia con un salario inferior al mínimo del país… que actualmente ronda los €300 mensuales. Tomamos café de puchero que Mónica nos preparó y lo acompañamos con un licor de endrinas bastante menos dulce que nuestro pacharán. Salimos contentos de su casa y otro taxi nos llevó hasta el centro histórico, donde ya prácticamente todo había terminado y apenas quedaban un par de chiringuitos abiertos. Nos tomamos una copichuela y de vuelta al hogar rumano.
El día siguiente disfrutamos del festival y pudimos tener una impresión general de la vida fuera de la ciudad, comimos en la casa donde nació Vlad Tepeș, más conocido como Conde Drácula. Tuvimos la suerte de ver una obra de Molliere muy divertida, actuaciones con fuego, algún espectáculo de música clásica muy bueno, y otros de música tradicional rumana que es un tostón bastante insoportable. En cuanto a la forma de ser rumana, corroboré la impresión que tenía de que son gente muy distendida, a la que le encanta dirigirse a los extraños, hablar, comunicarse y expresarse. Lo malo es que hay bastantes timadores... aunque de eso mejor hablo otro día.
El viaje de vuelta en tren fue toda una experiencia, pillamos un tren con cabinas de 6 personas y tuvimos suerte porque nos tocó compartirlo con una señora muy distinguida, una chica joven, un chico jovencito también y un señor de mediana edad, por lo que los olores eran soportables. Ya sé que es de mal gusto, pero me llamó la atención el aseo, ehém, me hace gracia poder ver el suelo del abismo a través del desagüe de un retrete , además es la mar de higiénico, mucho más que en los trenes modernos. Ahí queda eso.
Los paisajes impresionantes, todo muy verde, muy rural, muy poco pisado por el hombre; tan poco, tan poco que no se ven tractores, sino carros tirados por caballos (cómo me encanta que sea tan ruris). Dentro de unos mesecitos cuando la nieve cubra el país volveremos a un pueblecito que se llama Brasov, al hotel de la hermana de Mónica a esquiar por las laderas. Por hoy me despido con un besote rumano para todo el que me lea.

martes, 22 de julio de 2008

UN DÍA NORMAL

Como hoy, un día cualquiera comienza con mi despertador sonando y yo dándome cuenta de que incluso a las 8 de la mañana no puedo aguantar este calor. Ducha, desayuno rápido, ordenador a su estuche y camino a la oficina: en 3 minutos estoy allí: enciendo el ordenador, abro el sistema y me doy cuenta de que va más lento que nunca, así que preparo el café de cafetera, deseo “Buna dimineatza" a todo el mundo que me encuentro de frente, algunos se sonríen y otros me contestan; y es que a ellos no se les suele ocurrir esto de saludar, pero cuando les saludas y les sonríes parece que les gusta :-)

Trabajo hasta las 5 y cuando salgo, llego a casa en 3 minutos, en mi retorno de hoy, un señor que siempre está en su silla de ruedas con un sombrero de “cow boy” y una bandera de la UE que ondea en lo alto de su silla me ha sonreído ampliamente y me ha dicho muchas cosas que yo no he entendido pero que supongo sean buenas, realmente no me interesa lo que dice, solamente su sonrisa. A parte de eso, hoy, de lo único que me he tenido que preocupar en mi trayecto del trabajo a casa ha sido de no meter el pie en los huecos de la acera y de esquivar a los coches en el pequeño trozo que me toca caminar por la calzada por motivos ajenos a mi voluntad: los coches aparcan en la acera y la grúa no existe. Repito: en este país no hay grúas, cada uno aparca como bien le parece.


domingo, 20 de julio de 2008

EL TAMAÑO IMPORTA





Desde hace dos días todo me parece grande en esta ciudad: más concretamente desde que vi el Palatul Parlamentului (Palacio del Parlamento) que construyó Ceaucescu; es una mole gigante; intenté rodearlo y me tuve que dar la vuelta a mitad de camino porque era más fácil volver por donde había venido que intentar rodearlo por completo. He oído que es tan grande bajo tierra como en altura, y me pregunto... ¿y cómo se sustenta? Esta cuestión seguramente me la puedan solucionar algunos de mis amigos constructores. Además, la leyenda cuenta que hay un túnel subterráneo que llega al aeropuerto de Otopeni, y que para construir la avenida que llega hasta el palacio, tuvieron que derribar el 30% de la ciudad, gran cantidad de villas que fueron derruídas dejando a sus habitantes y a sus respectivos perros en la calle. De ahí que haya tantos perros callejeros deambulando por Bucarest.

Ayer hice mi primer amigo rumano, nos encontramos en la calle, él me miró de frente, yo a él de soslayo y cuando me quise dar cuenta, ya venía conmigo hacia el Palatul Parlamentului. Le podéis ver en la foto, es guapo, ¿no? Nuestra amistad duró a penas una hora, ya que encontró a alguien de su raza y de repente desapareció. Fue agradable, toda una experiencia estar con él, son diferentes, estos perritos son mucho más independientes porque son urbanos y nunca han tenido dueño; me llamó la atención que supo cuándo cruzar el paso de cebra (casi mejor que yo) y tenerle respeto a los coches. Además son bastante guapos (igual sí que eran perros de villa) y están tranquilos, quiero decir, a mi no me han hecho nada, creo que quizá ataquen si tienen hambre, o si huelen la adrenalina del miedo de la persona. Los bucaresteños les tratan muy bien y les dan comida, así que sin duda, esta ciudad es de los perros.

Como os decía, hay cosas que me han impresionado por su tamaño, y entre ellas están:
- el Palatul Parlamentului,
- la fuente de la plaza Unirii: sin duda la fuente más grande que he visto en mi vida, es digna de ver
- los coches: hay muchos coches lujosos y de gran tamaño
- las sandías: del tamaño de mi pelota de pilates azul
- las berenjenas: son de producción local, y la más pequeña tiene 30 centímetros de largo, por favor ver la foto de la pequeña berenjena con el ordenador portátil como referencia de tamaño
- los botes de champú Fructis son el doble de grandes que en España