martes, 22 de julio de 2008

UN DÍA NORMAL

Como hoy, un día cualquiera comienza con mi despertador sonando y yo dándome cuenta de que incluso a las 8 de la mañana no puedo aguantar este calor. Ducha, desayuno rápido, ordenador a su estuche y camino a la oficina: en 3 minutos estoy allí: enciendo el ordenador, abro el sistema y me doy cuenta de que va más lento que nunca, así que preparo el café de cafetera, deseo “Buna dimineatza" a todo el mundo que me encuentro de frente, algunos se sonríen y otros me contestan; y es que a ellos no se les suele ocurrir esto de saludar, pero cuando les saludas y les sonríes parece que les gusta :-)

Trabajo hasta las 5 y cuando salgo, llego a casa en 3 minutos, en mi retorno de hoy, un señor que siempre está en su silla de ruedas con un sombrero de “cow boy” y una bandera de la UE que ondea en lo alto de su silla me ha sonreído ampliamente y me ha dicho muchas cosas que yo no he entendido pero que supongo sean buenas, realmente no me interesa lo que dice, solamente su sonrisa. A parte de eso, hoy, de lo único que me he tenido que preocupar en mi trayecto del trabajo a casa ha sido de no meter el pie en los huecos de la acera y de esquivar a los coches en el pequeño trozo que me toca caminar por la calzada por motivos ajenos a mi voluntad: los coches aparcan en la acera y la grúa no existe. Repito: en este país no hay grúas, cada uno aparca como bien le parece.


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